La empresa de Papá

Cuando la empresa familiar en realidad sigue siendo la empresa de papá.

En la historia del origen de las empresas familiares es bastante común encontrar a un emprendedor con ideales e ilusiones y, principalmente, con una historia de resiliencia que lo empodera a iniciar un negocio asumiendo el riesgo, el esfuerzo y el sacrificio que esto implica.

Este inicio como auto empleado, es decir, de la persona que trabaja para generar su propio ingreso y mantener a su familia, es bastante frecuente. Con el tiempo, el negocio empieza a crecer y la familia también se involucra para el manejo de la caja, para hacer facturas, cobranzas, atención al cliente y, por sobre todo, en los procesos claves que precisan de control.

La frase “el ojo del amo engorda el ganado” justamente previene sobre la necesidad de estar presente para que se cumplan correctamente los procesos y el negocio se mantenga seguro, con el nivel de compromiso que, evidentemente, lo tiene más que nadie el propio dueño.

El inconveniente con este estilo de gestión radica en que el crecimiento del negocio se encuentra limitado a la capacidad de involucramiento de los miembros de la familia, por eso el comerciante que tiene visión de crecimiento debe generar los procesos para separar la estrategia de la gestión, lo que le permitirá transformarse de dueño a empresario.

Como toda decisión, requiere de acciones concretas para su implementación y, probablemente, la parte más difícil se encuentre en la estructura mental del propio dueño. Aprender a delegar requiere contar con indicadores de gestión que permitan ir dejando funciones operativas y entregar responsabilidades al equipo con un eficiente grado de control.

Obviamente, la estructura organizacional ayuda a focalizar los esfuerzos y para ello son útiles el organigrama, los manuales de funciones y procedimientos, el manual de perfil de cargos, el manual de ética y los reglamentos de ejecución. Sin embargo, todas estas herramientas quedarán en la teoría, si la barrera para su implementación se encuentra en la estructura mental del dueño.

Como todo lo que vale la pena en la vida, este proceso no es inmediato, corto ni fácil.

Tampoco todos los dueños quieren convertirse en empresarios y están en todo su derecho; ahora bien, si el dueño es dictatorial, uni-líder y la toma de decisiones es vertical, probablemente los hijos prefieran realizar su desarrollo profesional y laboral fuera de la empresa familiar.

Una buena manera de destrabar la decisión sería que el dueño se pregunte:

¿Quiero que mi empresa sea una herencia o un legado?
¿Quiero que la empresa me sobreviva?

Si tu visión es la de dejar un legado que te sobreviva incluso hasta las próximas generaciones, harías bien en capacitarte sobre órganos de gobierno y protocolo familiar. Bienvenido a la nueva generación de empresarios con visión de futuro.

Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.

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